Nos encontramos, sin duda, en una época marcada por una profunda incertidumbre, en la que semana tras semana se abren nuevos frentes de tensión.
Las protestas de migrantes en Estados Unidos pasaron, en cuestión de días, de ser un asunto secundario a convertirse en uno de los temas centrales de la agenda pública. La violencia política en EU ha escalado dramáticamente, como lo muestra el reciente asesinato de una congresista demócrata de Minnesota y su esposo, así como el ataque contra otro senador del mismo partido y su pareja.
En el Medio Oriente, una relativa calma parecía asentarse con el control casi absoluto de Israel sobre la Franja de Gaza. Sin embargo, ahora, con el ataque de Israel a Irán, enfrentamos una crisis geopolítica y militar de dimensiones alarmantes.
El intercambio de agresiones entre estos dos países es sumamente preocupante, debido al riesgo latente de una escalada mayor del conflicto.
Mientras tanto, en varias ciudades estadounidenses se vivieron protestas masivas ayer, alimentadas por una creciente inquietud sobre el futuro inmediato.
En el ámbito económico, los acontecimientos en Medio Oriente ya impactaron fuertemente en los precios del petróleo, con incrementos del 7 por ciento el pasado viernes. La gasolina registró un aumento del 4 por ciento el mismo día, acumulando un incremento del 10 por ciento durante junio en EE.UU.
La incertidumbre generada por el conflicto también ha golpeado severamente a los mercados bursátiles internacionales.
Recientemente, The Economist abordó las características especiales de ciertas instalaciones iraníes de enriquecimiento de uranio, construidas bajo tierra para resistir ataques como los ejecutados por Israel. Controlarlas requeriría, probablemente, una ofensiva terrestre compleja y riesgosa.
Existe incertidumbre sobre el alcance de las represalias de Irán. Estas podrían mantenerse limitadas a objetivos de Israel o escalar hacia acciones más agresivas no solo contra Israel, sino también contra sus aliados, complicando aún más el panorama.
Quienes creen que esta es la oportunidad ideal para destruir al régimen islamista en Irán probablemente no han calculado las catastróficas consecuencias que podría provocar una desintegración social y territorial de ese país.
Todo esto ocurre justo antes de la cumbre del G7, que inicia mañana en Kananaskis, Alberta, Canadá. Si el escenario ya era complicado debido a las políticas comerciales del gobierno de Trump, los recientes sucesos en Medio Oriente lo vuelven aún más complejo.
Aunque las consecuencias podrían ir más allá de los mercados financieros, la preocupación inmediata está en los precios del petróleo. Expertos advierten que, si el conflicto escala, el precio del crudo podría dispararse hasta los 130 dólares por barril, frente a los 73 actuales.
Este incremento tendría efectos devastadores para numerosas economías en riesgo de caer en recesión, entre ellas, las del grupo del G7.
Para México, el impacto también sería significativo, considerando que cerca del 45 por ciento de las gasolinas que Pemex comercializa son importadas, lo que implicaría enfrentar mayores costos.
Pocas veces hemos visto cómo las crisis políticas y militares se entrelazan tan estrechamente con la problemática económica global.
Lamentablemente, parece que la incertidumbre ha llegado para quedarse por un largo tiempo.